miércoles, 16 de diciembre de 2009

Cuando te agarran en acción!!!

La historia es sorprendentemente sencilla; ya saben, siguiendo la misma constante de los grandes descubrimientos, al mismísimo grito de estar en el momento y en el tiempo exacto ¿acaso existe alguna otra manera?

(el secreto de la vida es nunca perderse esos momentos).

Y será eternamente mucho mejor si a esta constante le agregamos la agradable compañía de un buen broder, así es; sencillo e implacable; ya no hay más.

Bien, pues bajo esos extraños mecanismos, cierta tarde, mientras mataba el tiempo con cada paso que daba en compañía del buen amigo Carlitros Canaya sobre la banqueta de sulivan; en una de esas tantas semanas de sofocante calor en la capital; conocí a cuatro sujetos que cambiaron por completo mi efímera percepción de lo que en verdad es el concepto de agarrar un instrumento y rocanrolear. Yo los conocí, repito, el Canaya, como buen cuarentón reventado venido ahora a padre de familia; se los volvió a encontrar ese día, aunque parecía ser que no los recordaba del todo bien. Sorprendentemente a los primeros que conocí fue ni más ni menos que al señorón del gran peinado “Afro” Don Brewer y al nada convencional Mel Schacher, momentos después apareció un hombre bastante rostro bajo el nombre de Craig Frost (debo admitir, aunque eso lo supe un par de años después que me decidí a por fin comprar el original de tan maravilloso trabajo) e inmediatamente detrás, maldita sea mi buena fortuna, escuché ni más ni menos que la voz de Mark Farner.

Necesito confesar, que lo que en estos momentos estoy escribiendo es simple e indudablemente la neta, tanto, que todas y cada una de las sensaciones que en estos instantes se derraman sobre mi conciente, son exactamente las mismas que esa asquerosa tarde de verano vomitaron mi rostro.

Para aquellos verdaderos rocanlovers esos nombres tienen un significado especial; la forma de ejecutar de manera espectacular la visión de la música, sin embargo, para mucha gente no. Lo que si es un hecho es que si les escribo el común denominador de los cuatro; llamado Grand Funk Railroad todos saben perfectamente de que diablos estoy rasgueando.

En esta ocasión no puedo hablar de una gran carrera o de sus innumerables y exquisitos trabajos, no, realmente no puedo hacerlo. Simplemente por que no tengo ni puta idea de lo que trata, pero sí, y eso es precisamente lo que voy a hacer en este momento; les voy a hablar del “Caught In The Act” la joyita que conozco y por el cual es todo este asuntito.

El delicioso “Caught In The Act” originalmente llamado “Live ‘75” es por mucho una de las placas que retrata de manera fidedigna uno de los mejores momentos en la existencia de este redituable negocio llamado Rock & Roll. De hecho, si se pudiese definir la esencia de lo que debe ser una banda sobre el escenario ejecutando su oficio como Dios manda; este sería un merecido y justo ejemplo. Y no es para menos, si tan sólo es Grand Funk ejecutando su set de 1975 de manera magistral. Un set donde Don Brewer le pone literalmente una verdadera madriza a su batería como si fuese la última noche de su vida (¡le faltan manos carajo¡), donde Mark Farner raspa la guitarra de una manera tan magistral que no puede sino hacer que su voz emerja de una manufactura igual de brutal; un set que embellece cada una de las notas que el papito de muchas nalguitas (ahora venidas a una especie de tías, madres e incluso hasta abuelitas) Craig Frost acaricia en sus teclados. Y es el mismo set en el cual Mel Schacher presencia como cada una de las líneas que ejecuta en su bajo hipnotizan a su audiencia.

Sobra decir y sin embargo lo haré que; “Footstompin’ Music” suena pocamadre; que “Rock & Roll Soul” suena a como se escribe; que con “I’m Your Capain/ Closer To Home” le encuentras un rico sabor a tu nena; que “Heartbreaker” te desbarata y con “Some Kind Of Wonderful” te vomitas de nueva cuenta a la buena vida; llega “Shinin’ On” y te das cuenta que ya estás rocanroleando duro y tupido; que con “The Loco-motion” lo único que quieres es encuerarte y mover el bote al lado de tu nalguita; que con “Black Licorice” ya estás pero si bien tapado; “The Railroad” aparece y tu ya quieres irte bien pero bien lejitos; con “We’re An American Band” lo único que pides es que ya te dejen subir al escenario y refinarte un palomazo como los grandes; que para T.N.U.C. mientras rocanroleas en el infinito solo de batería de Don Brewer ya quieres ponerle en la madre al de al lado (como Dios manda); que con “Inside Loocking Out” a como extrañas tu cabello largo y cuando llega “Gimme Shelter” comprendes que ya puedes morir en paz.

A pesar de los largos años que tienen en este bisnes suenan tan bestiales y frescos que es muy difícil creer que este trabajo tiene ya sus veintiocho primaveras. Y de hecho, he de confesar que no puedo concebir que algo de esta manufactura se haya podido realizar alguna vez en un espacio perdido en el infinito tiempo, peor aún; que hoy, esté en disco compacto, remasterizado y que contenga uno de los momentos más sublimes en la historia del verdadero Rock & Roll.

Y la neta no me da pena escribir que no sé cuantos discos tienen en su historia, he visto algunos, si, pero hoy podría decirles que simplemente no me interesa. Conozco uno, y para mi es más que suficiente, más, sería pecar de gula, una especie de sobredosis que no creo aguantar.

De hecho, tampoco sé si son del mainstream, quiero pensar que si y si no, no hay pedo; después del “Caught In The Act” no creo que eso les interese.

La tarde ha sido caloríficamente devastadora, y El Carlitros dicta desde lo más retacado de sus recuerdos, mientras ahora busca un Cede de “Barney” para su hija Karla “chico, el GRAND FUNK RAILROAD era lo más pesado que escuchábamos en nuestros tiempos”.

El Canaya siempre vivió en la colonia Estrella, no lo puede negar.

Y sin embargo, hoy debo comunicar que esta bandota se ganó su lugar en la historia de la música, o por lo menos en la historia de “mi” música; sencillamente por tan solo tener una sola mística meta en la vida: ser una verdadera banda norteamericana, con las ganas siempre puestas de rocanrolear duro y cabrón.

He dicho.

martes, 15 de diciembre de 2009

Música para hacer el amor

Calor, polución, contaminación, ruido, estados alterados, malos días que parecen reciclarse interminablemente en infinitas horas que nos consumen de manera malsana la vida sin sentido, de hecho, podríamos definir, que los tiempos modernos contienen en su esencia este tipo de elementos. Pero aún así, cuando el mal ambiente parece ganarnos la suigéneris cruzada diaria, surge un elemento mágico, enigmático y exquisito, tal cual ave fénix que renace de la inmundicia terrenal, para posteriormente, aterrizar en ese pequeño e intimo espacio de tu ser; la memoria, y que sirve tan solo como su mejor aposento, donde se recuesta placenteramente, para descargar a granel, un sin fin de quimeras empapadas de no más que absolutos sentimientos.

La pregunta es simple: ¿Quién no ha viajado inmediatamente hacia lo más intimo de sus células, cada vez que la atmósfera es saturada por sensaciones hechas música?

Por lo tanto, y de igual manera, la respuesta resulta ser de hecho, bastante sencilla; (pongan en este momento el slowmotion) todos y cada uno de los individuos han experimentado la onírica asociación vivencia-música alguna vez en su vida (quiten el slowmotion). Sin embargo, en ocasiones, existen seres que logran experimentarlo piel adentro y ese viaje es tan placenteramente íntimo, que alcanzan a proyectar una realidad alterna sobre su cotidianidad; los sentidos son saturados de exquisitos olores, alucinantes visiones y deliciosos sabores que desencadenan casi siempre y de manera caprichosa; en una automática exhalación de remembranzas sentimentales y temporales que los sumergen en la hidratada frecuencia mental de su historial.

La carne hierve, se consume y se evapora, el sonido que cambia tu naturaleza, viaja a la velocidad de mil doscientas imágenes por latido, tus evocaciones han sido empapadas de música tan deliciosa, tan brutal, tan absoluta, que de manera natural se derrama poco a poco, casi imperceptiblemente sobre el pabellón de tu oreja, lánguidamente, para después dar su inobjetable recorrido por el conducto auditivo, despacito, sin prisas, tímpano, estribo, martillo, yunque y, finalmente, poco a poco, derramarse en la parte interior del caracol. Es ahí, donde caes súbitamente en el abismal campo de la memoria. Instantes después, de manera paulatina, despiertas en el océano de tus retentivas; el corazón, lo comprende de manera casi inmediata y emprende su rítmica excitación, bombea imágenes tan íntimas que tus estremecimientos carnales se convierten en solamente impulsos eléctricos, y es ahí, donde comienza la metamorfosis más estremecedora que pueda existir en la historia sensorial de esta galaxia, tú solito, te creas una piel artificial con base en puras emociones que te transportan rápida, bestial y alucinadamente a esos momentos en los que comprendiste que la música que sonaba de fondo, sobre el pabellón de tu oreja, retrataría, para la eternidad, el momento en que tu ser comprendía que el significado de si mismo evolucionaba hacia un sabroso e incierto futuro.

… thunder only happens when it's raining, Players only love you when they're playing
Say .. Women ... they will come and they will go When the rain washes you clean .. you'll know…

La vida, indiscutiblemente, de ser táctil, terrena y banal, se rompe en miles de sensoriales cuerpos, cada uno con un sentimiento de existencia diferente; la gente a tu alrededor habla y sin embargo, tú no puedes escucharlos, te abandonas. Emprendes al viaje anhelado hacia ese universo paralelo del que alguna vez escuchaste hablar, y al cual, sólo unos cuantos tienen la fortuna de entrar. Tu cuadrante mental, se resquebraja en un sin fin de formatos musicales. El dial te conduce hacia un absoluto estado jazzesco, manufacturado al más puro estilo Miles Davis, que te explota en la memoria y te recuerda la primera vez en que tu arrebatada piel se incendió al tacto apasionado de una mano temblorosa pero furtiva en la intimidad empañada de un auto; la lluvia en tu mente, moja mejor las calles, cuando ahora esa pequeña aguja te indica que te arrojará a una nueva estación radial que de manera automática te refresca el alma y los sueños que todavía se siguen cumpliendo bajo el compás de un refrescante blues marca John Mayall; o, es que acaso, un toque de rock gótico inspirado por el mismísimo Ross Williams ha llevado de paseo a tu soñador ser por la ciudad, y la oscuridad nunca te había parecido tan aterciopelada y palpable como en esa solitaria y fría noche; o es posible, que inconscientemente cada vez que escuchas el Hard Rock de Steelheart se te viene a la mente la primera vez que te empapaste a flor de piel en los brazos de la heterosexualidad sabor durazno y lo curioso, es que parece que sigues estando allí y la piel calcinante de tu amor la saboreas mejor cada vez que llega a tu oído como un susurro “I’ll never let you go”; o quizás, tal vez, por que ese, tú primer amor, aun aparece ante el espejo de la habitación de tus furtivos encuentros, recién bañado y perfumándote la explosiva carne con un exquisito “Icehouse” sabor a ochentas.

Todo esto, sólo tiene una explicación, corta pero abundante, una explicación que te dicta a manera de idilio que si la has de aceptar, te sumergirá en la delicada forma de lo nunca jamás experimentado. Coexistirás simbióticamente con la música con la que creaste el papel tapiz de tus anhelos, tus miedos y tus fantasías, con el único fin de lograr la creación de un aderezo perfecto, cálido y afinadamente delicioso para darle una temperatura más agradable a tu existencia. Porque para ese entonces, comprenderás que la realidad, y más precisamente tu realidad, se disfruta mejor cuando le has creado su propio “soundtrack”, la banda sonora de toda una vida de fondo.

Esto, me lleva a plantear que ya seamos tristes o alegres, siempre habrá una melodía para cada uno de nosotros; para cada situación y para cada sentimiento. Melodías que de alguna manera aterrizan en tu mente y te impregnan el alma. Tan poderoso es ese dispositivo, que junto con otros elementos te puede llegar a sumergir en una severa depresión, o te excitará el gusto por vivir la vida de una manera diferente, el desamor y la pasión, siempre te sabrán mejor con una música de fondo que te remarque que la estructura de tu ser está fabricada por otro tipo de elementos, más finos, más profundos, más leales.

La música, por sí sola, no tiene valor emocional, es nuestra subjetividad la que le crea un perfecto patrón para posicionarse en nuestra cultura, en nuestra mente, en nuestra alma.
Sir George Martin, ese magistral quinto Beatle, dictó acertadamente, y no hace mucho tiempo si mal no recuerdo, tras sostener una plática con el consagrado Mark Nkopfler, vocalista y líder de Dire Straits; que la música, de forma subjetiva y natural, nos dice sin temor a equivocarse ¿quienes somos, qué somos y hacia donde vamos?. Esto, tal vez debido al valor con que la acogemos en nuestro andar vivencial, ya que más allá de una mera expresión sonora, la hemos convertido simplemente en una extensión más de nuestro ser.

Y esto, es porque al final de nuestro camino, el color de nuestra identidad sentimental se ha de pigmentar a través de la armonía musical que hemos creado a lo largo del tiempo, nos bañaremos en una lágrima, nos columpiaremos de una sonrisa y nos cobijaremos en una exhalación, y eso hace, que nuestra vida, indudablemente nunca más, vuelva a ser mortal.

…I've been a puppet, a pauper, a pirate, a poet, a pawn and a king
I've been up and down and over and out and I know one thing
Each time I find myself flat on my face
I pick myself up and get back in the race…

Más allá del club de la salamandra

¿Qué tan conectado puedes estar con otra persona en algún momento de tu vida?

En ocasiones muy frecuentes me es dado responderme que no puede existir tal conexión, y menos cuando tu conexión dista en demasía, primero que nada, de hablar tu mismo lenguaje, y por si esto fuese poco, habita a miles de kilómetros de distancia, no tiene la más mínima idea de que existes, tal vez, de que la región donde tú habitas existe, y número cinco, por si todo esto no fuese suficiente, no le interesa en lo más mínimo; osea le vale reverenda madre lo que suceda en tu particular universillo de miércoles. Bien, pues con todas estas disyuntivas, que vaya si son limitantes, hoy sé que aún así, si se puede dar.

Por lo tanto, para dar inicio a todo este asunto, habría que formularnos la pregunta siguiente ¿qué diablos tienen en común, “El club de la Salamandra” y “OVO The Millennium Show”?, quien no conoce los dos proyectos, no tiene la más mínima idea de que es todo éste embrollo, lastima mis chavos; el primero, es concepción de un autor de origen mexicano; el segundo, solamente puede ser de manufactura completamente inglesa.

El joven maestrazo Jaime Alfonso Sandoval, que es originario de San Luis Potosí, a sus treinta años de edad, no es más que un aferrado cineasta de profesión, con altas tendencias de escritor por pura necesidad. Su proyecto denominado “El club de la salamandra” sólo es esa gran película mexicana que necesitamos, diferente, atrevida, que rompa con lo establecido, y que como ya es una tradición en nuestro país “shit”, ha tenido que ser proyectada en las sabias paginas de un libro, el cual, por cierto, ganó de manera más que contundente el premio “Gran angular”; convocado por Ediciones SM y el Consejo Nacional Para la Cultura y las Artes.

Tómenla mothersfuckers productores de cinematógrafo.

Por el otro lado; “OVO, The Millennium Show”, es lo opuesto pero lo mismo; cuenta con una gran infraestructura, digna del país de origen, a la vanguardia de la tecnología. Claro en el primer mundo si que saben reconocer el talento cuando lo ven, no como aquí 
o-je-tes.

En éste proyecto, se confabulan todos los elementos dignos de una gran superproducción, el primer gran espectáculo multimedia, ejecutado magistralmente por la audaz mente de Mark Fisher y, absolutamente, al igual que a “El club de la Salamandra”, a “OVO, The Millennium Show” no le sobra ni le falta nada... nada. Entonces, como iba a faltarle algún elemento si fue concebido tan solo por uno de los más grandes e innovadores músicos que hoy tenemos en este globo achatado en sus polos, “OVO, The Millennium Show”, es el penúltimo proyecto; el más creativo y menos comprendido del maestro (me pongo de pie) San Peter Gabriel.

Entonces, aquí comienza la primer conexión invisible que se entrelaza entre estos dos mundos opuestos. La incomprensión; de una visión del mundo completamente inversa, antitésica, dirán otros, absurda dirían unos más. Ahora, le agregamos el siguiente elemento; fueron manufacturadas en espacios cronológicos casi idénticos y por si esto fuese mínimo; a miles de kilómetros de distancia.
Si y solo si, nos queda una idea casi clara de que dos personas pueden tener la misma visión de un sueño y ejecutarla casi de la mano. Alguna vez lo leí, y me pareció que la visión de la última de las malditas vacas sagradas de la pocamadre literatura de terror H.P. Lovecraft en su singular “Llamada de Cgthulu” era algo completamente delicioso; puesto que aún recuerdo los sueños de ese joven Wilcox y me estremezco nada más de pensar que tiempo después una movida semejante se ha dado bajo mis oídos. Hoy sé que si es posible.

Pero ¿qué es lo que hace a éstas dos obras una misma?

Sólo es la interpretación del mismo sueño, la idea clara de lo que aflige a éste mundo, su inexorable destino y su incapacidad para evitarlo, claro, todo bajo la concepción de un único elemento; un huevo. En efecto mi querido y preciable lector usted leyó correctamente, un huevo; esperanzador, mágico, sin embargo, también lo es enigmático y devastador; la vida que comienza y finaliza a partir de un huevo, un espacio que se crea, un mundo que termina, música que nace en un cosmos; esperanzas que se desquebrajan en el mismo universo; todo bajo la sombra que un huevo puede proyectar. Tal vez Peter Gabriel soñó con las imágenes trágicas, mágicas, enigmáticas que Jaime Alfonso Sandoval comenzaba a proyectar sobre hojas en blanco a miles de kilómetros de distancia y decidió sonorizarlas, y crearles una historia más optimista; otra historia, una fábula llena de ilusión, de anhelos, de esperanza. O quizá, Jaime Alfonso Sandoval oníricamente contempló en la exquisitez interpretativa del maestro Peter Gabriel, la atmósfera idónea para aterrizar a sus criaturas mitológicas y quimeras voladoras. La neta parece extraño, lo sé, maybe, es un sueño que decidió ser soñado por dos mentes espectrales y opuestas, pero capaces de crear de él, algo nunca antes visualizado, ni escuchado, dos visiones que contienen las tonalidades de la juventud aventurera de alguien que quiere forjarse sus propias reglas, donde el mundo sea su hogar, y todos sus misterios sean la terapia ocupacional que lo mantendrán vivo. Y para esto, deberá aniquilar al ser que habita dentro de ese increíble huevo de vida que es la tierra, esa es la sagrada misión que los anticientíficos se han encomendado. Es la gran aventura que el club de la salamandra se ha endosado, para salvar a la humanidad; no cabe la menor duda de que Julio Verne es distinguidamente homenajeado bajo la pluma de Jaime Alfonso Sandoval.

En la otra concepción del sueño, emerge la basta experiencia que le han dado los infinitos años al maestro Peter Gabriel, interpretando el mismo sueño, de manera diferente; como la única oportunidad que tiene la vida para salvarse; tres generaciones en tres épocas distintas, tres visiones de un mundo que los rodea, una familia en transición, dividida por el conflicto interno de afrontar los cambios que los envuelven; la esperanza que se ve casi aniquilada hasta el nacimiento de OVO (huevo) quien será el salvador de esa tierra profética que tanto anhelamos. No existe en la discografía Gabrieleana algo más delicado y perrón que lo que contiene ese disco compacto. Tenemos ante los oídos la experiencia y la innovación en un mismo acorde. La historia de una vida y de una ilusión perfectamente sonorizada.

La ovología está de manteles largos, ¡malditos suertudos!; dos mentes la han sacado del armario y la han puesto a girar sobre una de sus ovaladas puntas; gira y se cobija con su propia luz, con su propia fuerza, orgullosa y solemne; ahora puede contar en su haber con dos interpretaciones de su sueño que detallan su historia, dos visiones que emergen totales para darle un lugar en el universo de lo real pero inimaginable, de lo conocido pero nunca antes visto, de realidades y fantasías. La conexión debe de ser real, tiene que serlo y debe de surgir así, distante, entre susurros, para ser descubierta tal vez por un tercero que lo descifra por mera casualidad y que se da cuenta de ese pequeño error del universo.

Y he aquí, dos expresiones que se conectan en la incomprensión de su existencia, donde cada una girará en torno a sí misma, eterna y envidiosa, y tal vez nunca lleguen a saber de su dualidad al otro lado del océano.

lunes, 14 de diciembre de 2009

Por Cualquier Cosa...

Recuerdo que fue una de esas noches donde la brisa te enfría lo que la mente te acalora; exactamente donde el cuerpo se eriza cuando su recién bañada imagen te lame el subconsciente y te muerde el recuerdo. Nuevamente es una botella de Achával-Ferrer Mendoza 1999 (ni modo es que sabe muy chido), a casi nada de consumirse, la que me suaviza el paladar y me pone sedosa la garganta y las ganas, y con el sonido que la noche eligió; la voz casi delirante y orgásmica de Alison Goldfrapp repitiéndose infinitamente dentro de un disco que fondea tu onírica relación...

...milunomildosmiltres inhalas, milunomildosmiltres exhalas ¡ahhhhhhhhhhhhh!.

Tal vez sea por eso que te he soñado en ese sueño tan recurrente; donde hablaba de muchas cosas con algo de muchas formas y ninguna a la vez. Fue raro, tengo que decir que fue muy raro.


milunomildosmiltres inhalas, milunomildosmiltres exhalas ¡ahhhhhhhhhhhhh!.

 -¿Qué diablos es la seducción? – le pregunto.
-No sabría explicártelo. – me contesta.
-¿Por qué, es muy complejo? – pregunto de nueva cuenta dubitando cada línea del rostro.
-Algo así. – me contesta como con un dejo de infinita hueva.
-Entonces... ¿cómo identificarla? – castrante insisto.
-Tranquilo mi buen... es un sueño, no te estreces, no tienes que buscarla, sabrás perfectamente cuando llegue.
-¿Y yo... mientras qué hago?.
-Sólo puedo decirte que... tenerle miedo, tenerle mucho miedo.
-¿Y si siento rico?, dicen que se siente rico.
-Yo lo sé... pero no te confíes; la seducción es el perfecto asesino, no toca, y sigilosamente, solita entra; cuando menos te das cuenta te fulmina.
-No entiendo... o sea que cuando te dicen al oído, despacito, entre susurros, casi abandonándose, con los labios muy fríos, pero secos, muy fríos, con el aliento húmedamente tibio y entre cortado... tómame... penétrame que te necesito; y tu sientes que ya no hay nada más, que toda tu vida has esperado ese momento ¿estás en peligro?, ¿qué no es al revés?, ¿qué no la tienes a tu merced?.
-Cálmate muñeco.
-No puedo.
-Es sólo un sueño.
-Si cabrón, es mi sueño.
-¿Tu crees que tienes el control de la situación cuando eso pasa?
-No lo sé, cuando eso pasa, siento como me empapa una sensación que me quema en el interior pero que congela mi piel.
-¿Y titiriteas?.
-A veces, creo, ¡como ahorita!, ¡siénteme!; ¿sabes?, creo que siempre pierdo el control, se me nubla la moral, comienzo a impacientarme, en mi pantalón comienza a notarse una deliciosa erección que me oprime y me delata y en ocasiones me sonroja.
-¿Y qué haces?.
-Me dejo cautivar el ánimo, cierro los ojos y sólo me alcanza para morderme los labios.
-¿Y qué sientes, rico no, te duele?.
-Creo que si, un poco tal ves, pero si siento rico, siento muy rico, como que ya nada importa, Calientito, calientito y que me recorre desde las nalgas hasta la garganta.
-Busca en un diccionario el significado de tu pregunta.
-¿Qué?
-Busca en un diccionario el significado de tu pregunta.
-Pero estoy soñando, eso es imposible.
-Nada es imposible.
-Es un sueño.
-Si cabrón es tu sueño… pero eso no importa, anda búscalo...
-¿Ya? haber dime lo que ahí dice.
-La definición no es muy larga que digamos.
-¿Qué dice?
-Engañar con maña. Inducir al mal con suavidad. Cautivar el ánimo
-¿Y tu que piensas?, ¿tiene razón?
-Curioso, ayer, mientras le hacia el amor, exactamente como le gusta, susurró extasiada y deliciosamente que quería que fuésemos solamente ella y yo.
-¿Y tú qué dijiste?
-Perra, haría cualquier cosa que me pidieras.
-No te preocupes nos pasa a todos, en algún momento de nuestra vida hemos sucumbido ante tal situación.
-Y ahora, mírala, la cabrona duerme como si nada, sabedora de su inobjetable victoria sobre mí, con su cuerpo de café sobre mis ansias y el olor de su piel a durazno dentro de mi alma.
La seducción es algo oscuro, aunque a veces nos parezca brillante y luminoso; es algo oscuro y succionador.
-Disfrútalo!
-Pero estoy soñando, eso es imposible.
-Nada es imposible.
-Es mi sueño.
-Eso no importa!
-La seducción es algo oscuro, aunque a veces nos parezca brillante y luminoso; es algo oscuro y succionador.
-Disfrútalo.

-Perra, haría cualquier cosa que me pidieras, cualquier cosa!!!