Cómo suenas por dentro cuando su ausencia te devasta hasta los huesos y ni siquiera el Alprazolam prescrito te ayuda a… solo no pensar?
Cómo no te puedes dar cuenta de su partida sino hasta el momento en que volteas la mirada para reconfortarte en su cálida sonrisa y sólo te pierdes en el horizonte desértico del recuerdo de su voz repitiendo en una especie de eco fantasmal… ”Seguiré sin ti”.
Cómo huele el campo que te dispones a atravesar cuando comprendes que ha llovido sobre él lo que seguramente son gotas de olvido y el lodo que se forma no es más que la suciedad que has arrastrado hasta ahí.
Que tan efímeramente libre puedes ser si noche tras noche libras ensangrentadas batallas por quitarte el yugo del recuerdo de su piel raspándote las ansias, sudando lo caliente de tus deseos, acariciando la nostalgia de tus sueños?
Qué pasa si muy en el interior sabes que nunca volverás a ser feliz?
Qué tu otoño personal solo es el preámbulo de un largo, muy largo invierno.
Qué ahora en cada uno de tus gritos ya ni siquiera logras escucharte ni como el más leve de los susurros.
Que tus sueños son plásticos y tu realidad etérea.
Que el calendario hacia el “ya no me dueles, si te vi ni me acuerdo” no avanza de ese particular miércoles que marcaste con la esperanza puesta en un mejor futuro.
Por cierto, ya comenté que creo que el Alprazolam ya no está funcionando como debería.
Que se ha escuchado un crujido, he despertado herido y grito en soledad, que jodido… lo sé.
“…Pero no es dramático, esto no es tan trágico, esto no es un drama no, te diré mil cosas por las que llorar”
viernes, 4 de junio de 2010
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