¿A qué huele la vida cuando la bañas de una melodía?
¿A qué huele el alma cuando en tu vida la música se vuelve algo fundamental, algo completamente intimo e infinitamente preciado?
Mientras trato de esclarecer esas dos preguntas suena cadenciosamente tras de mi “Delicate Sound Of Thunder” y me pregunto de nueva cuenta, ¿por qué cuando escuchas cierta canción, inmediatamente te la apropias y vives a través de su sonora transpiración?, tal ves sea por que en ese momento tus sensaciones son exactamente las mismas sensaciones que tenía el autor de tú canción cuando la escribió y la compuso, y de pronto, te ves conectado completamente a esa persona que está a miles de kilómetros de distancia, con la misma idea y el mismo sentimiento en un suceso que va más allá de la compresión lógica y objetiva que te da la vida. Es precisamente ahí donde comprendes lo significativo que puede ser el ser gustosamente sensible a ciertas cosas.
En fracciones de segundo tu mente escupe un flash back, de esos desorbitante, paradójicos, incomprensibles, y tal vez hasta indeseable, y no lo comprendes, la ecuanimidad no te alcanza y sigues sin comprender porque en cada ocasión que se derraman sobre tus oídos ciertos sonidos, inmediatamente tú cerebro saca de la gaveta las mismas imágenes, los mismos ruidos, los mismos olores, e incluso, en algunas ocasiones, las mismas sensaciones... y porque no, también el mismo dolor. Entonces, así, recorriendo tú memoria en una especie de perfecta secuencia; tus recuerdos, uno tras de otro, de manera afinada caen subsecuentemente y sin fin. En ese momento, comienza de nueva cuenta el girar, de ese otro mundo, ese mundo, paralelo e intimo, en el cual eres etéreo, frágil y efímero.
Las palabras y las ideas fluyen a una velocidad sorprendente por canción; y mientras tanto el delicado sonido de un relámpago que describe de manera magistral Pink Floyd sigue desnudándose tras el láser del minicomponente que coexiste en la hermética comodidad de mi habitación; y entonces comprendo, que ese sonido, al que se refiere, es aquel que te hace cerrar lo ojos; mas no por miedo o angustia, sino por placer, por confort, por necesidad de experimentar algo completamente distinto, y por supuesto que entonces en ese momento te crea visiones completamente deliciosas y exquisitas.
¡¡¡¡ahhhhhh!!!! La música, la bendita música.
¿Te has preguntado con que canción haces el amor de manera magistral?
Si, con esa con la que saboreas la pulpa de las formas de tu niña, o ¿cual es la canción que siempre quisieras poner en esos momentos?, la que te pone chinita la piel; puede ser que tal ves no la tengas, que ni siquiera lo hayas pensado aún, que a veces vas directamente al punto (talvez el "G") y te olvidas de todo lo demás, puede ser; pero también pudiera ser que mueres por una deliciosa obra musical que sonorice a la perfección esos momentos en que te desnudan la personalidad, te lamen la objetivada y te calcinan los orgasmos.
Si, con esa con la que saboreas la pulpa de las formas de tu niña, o ¿cual es la canción que siempre quisieras poner en esos momentos?, la que te pone chinita la piel; puede ser que tal ves no la tengas, que ni siquiera lo hayas pensado aún, que a veces vas directamente al punto (talvez el "G") y te olvidas de todo lo demás, puede ser; pero también pudiera ser que mueres por una deliciosa obra musical que sonorice a la perfección esos momentos en que te desnudan la personalidad, te lamen la objetivada y te calcinan los orgasmos.
La subjetividad de ésta empresa es vasta; el gusto se rompe en un mil géneros y vaya que hay de géneros a géneros. Sin embargo, especificó que éste no es un escrito para aquellos que se deleitan con ideas del tamaño de Luis Miguel, Shakira, Cristian, Pandora, etcétera, etcétera y un muy pero muy largo etcétera. A esos los omitiremos; ahora, nos adentraremos a esos grupos o solistas que le marcan de tajo la piel, a esos otros grupos o solistas que no los oyen; sólo los viven, que les tatúan la razón; porque afinal de cuentas saben perfectamente que les robarán una deliciosa sonrisa y un agradecido suspiro en el futuro no muy lejano, cuando ese momento sea sólo un intimo y placentero recuerdo; pero de igual manera si las cosas no salieron bien, son esas canciones que les muerden el alma, la hielan y la escupen, esos sonidos que les fragmentan la realidad, les causan eternamente un vacio en lo profundo de su estomago y logran que les de una peligrosa migraña en la memoria.
En sí, la idea de una deliciosa vida siempre será mágica, sin embargo, si la posproducimos con esos pequeños detalles que siempre te ofrece este gran mundo, ya sean sentimentales, sexuales, gastronómicos culturales, familiares y una banda sonora; siempre se volveran un verdadero privilegio; prometo que recordarlas siempre será un placer que todos estamos obligados a disfrutar, y nuestra tarea querido lector será esparcir esa buena nueva ja!
Para que al final solo logremos gritar extaciados o simplemente pensar profundamente.
Ojalá estuvieras aquí...
... o tal vez no!!!
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